Este paradigma criminológico tiene como base que los factores sociales son los causantes del comportamiento delictivo.
Principalmente alude a la desorganización social, la falta de integración y las interacciones sociales como ciertos factores que promueven el delito. Se considera que las influencias sociales negativas, conflictivas o prodelictivas, inciden en la tasa criminal, ya que crean emociones y comportamientos negativos y por ende delictivos.
Un claro ejemplo de esto sería que cuando una persona cuyo círculo más cercano de amistades y familiares están a favor de resolver las diferencias usando la violencia, es más proclive a resolver sus propias diferencias usando la violencia, ya que es un reflejo de lo que vive.
Dentro de este paradigma existen dos teorías:
– Teorías relacionadas con la anomia y la tensión. La anomia ha sido estudiada como uno de los factores de la delincuencia; ésta se puede entender como el estado donde existe un vacío legal, que no hay normas o valores que regulen una determinada situación o comportamiento.
La falta de organización y regulación social claramente inciden en las tasas delictivas, pero determinados autores no afirman que el delito sea algo positivo, pero sí que tiene un efecto positivo en la sociedad. Dos de estos efectos positivos son la cohesión social, sé que muchos pensaréis que como es posible, pero si nos paramos a pensarlo la delincuencia crea cohesión social porque nos ofrece un “enemigo común”: el delincuente; el otro aspecto positivo es el aumento de la riqueza y es que hay que reconocer que existe un sector económico que dedica a la seguridad privada, por lo que la existencia de delitos general empleo y por ello riqueza.
Las estrategias que tienen las personas a la hora de afrontarse a diferentes situaciones no se dan en el vacío, es decir, las personas viven en comunidad tendiendo a crear grupos para alcanzar sus fines, de ahí la importancia de la cultura y la subcultura. Hay ocasiones en la que existe un desfase entre fin-medio lo que puede conllevar a crear cierta tensión en los individuos y provocar por ello actitudes delictivas, siendo muy importante atender a la interacción del individuo con su ambiente.
– Teorías relacionadas con el control social
Autores formulan que la delincuencia se explica basándose en la interacción de las presiones y los controles que existen en cada situación, pudiendo dividir ambos factores de la siguiente manera:
1. Presiones: es todo aquello que incita al comportamiento delictivo como pueden ser presiones o incitadores ambientales e impulsos.
2. Controles: es todo aquello que disuade el comportamiento delictivo y pueden ser tanto internos como externos.
Pero hay otros autores que afirman que los jóvenes se encuentran en una situación de desorientación, no se vinculan a las normas, metas culturales ni conductas antisociales, y es por ello que cuando se presenta una situación determinada, junto con estímulos existentes en ese momento, tienden a adoptar conductas prosociales o prodelictivas.
También hay otros puntos de vista en los que se da importancia al vínculo que tiene el individuo con la sociedad, de tal manera que, si una persona es capaz de afrontar una misma situación con conducta prodelictiva o prosocial, acabará eligiendo la conducta prosocial debido al efecto que dichos vínculos tienen sobre esa persona. Existen cuatro elementos que constituyen ese vínculo positivo: apego, compromiso, participación y creencias.
Pero no olvidemos también el autocontrol, ya que se ha demostrado que la capacidad de un sujeto de controlar sus actos para no dejarse llevar por la impulsividad es un factor de vital importancia a la hora de hablar de delincuencia. Esto es importante hasta tal punto que han diferenciado la acción delictiva de la tendencia delictiva, ya que tenemos que prestar mucha más atención a aquellos sujetos que tienen dicha tendencia a cometer ilícitos frente a los que cometen un delito aislado.