Esta semana me gustaría hacer una pequeña reflexión sobre la venta de armas en EE.UU.
¿Es necesario que cada persona tenga un arma en casa? ¿Tan peligroso es la vida estadounidense que crea dicha necesidad?
Como todos sabemos, la venta de armas en EE.UU. está a la orden del día, pero ¿cuál fue su origen?
El origen del derecho a la posesión de armas surgió en Inglaterra en la Edad Media, en 1181 Enrique II promulgó una ley que requería a todo hombre libre a tener armas al servicio del rey, es decir, que la posesión de armas estaba ligado al servicio militar.
En 1689 fue reconocido el derecho a poseer armas para defensa personal, llegando incluso a formar parte de la Declaración de Derechos de ese año. Este derecho a tener armas fue exportado a Estados Unidos, Canadá, Australia y otros territorios.
Años después, el Parlamento Británico impuso gran cantidad de restricciones que terminaron por abolir este derecho de posesión, a excepción de tres colonias inglesas en Norteamérica, y con la independencia de los Estados Unidos, la posesión de armas se convirtió en un derecho consagrado.
En Australia este derecho fue abolido cuando en 1966 un hombre con un fusil tipo AR-15 entró en un bar y una tienda de una zona histórica, matando a 35 personas e hiriendo de gravedad a más 19.
Después de su abolición, Australia no volvió a tener otro asesinato en masa.
La pregunta que corresponde hacer es, ¿no es suficiente los muertos que ha provocado la tenencia de armas en Estados Unidos para abolir este derecho? ¿Cuántos muertos más hacen falta para que se den cuenta de que la posesión de armas no trae más que problemas?
Más de 38.000 personas perdieron la vida por armas de fuego en el año 2016, lo que supone 12 de cada 100.000 habitantes, uno más que el año anterior, y se prevé que desde 1968 hasta 2015 habrían muerto más de millón y medio de personas. ¿No son muertos suficientes para abolir este derecho?