Al igual que existen unos factores de riesgo para la delincuencia juvenil, también existen unos factores de protección, los cuales no podemos dejar de prestarles atención.
Según Morant (2003) y Sánchez-Teruel (2011), las características de estos factores serían:
- Aquellos que reducen la sensibilidad ante factores de riesgo, como afrontar de forma exitosa los problemas.
- Los que disminuyen el impacto de factores de riesgo como, por ejemplo, una correcta supervisión parental.
- Aquellos que reducen o detienen reacciones en cadena negativa, como tener buenas habilidades para manejar conflictos.
- Los que provocan reacciones en cadena positivas.
- Aquellos que promueven la autoestima y el sentido de autoeficacia, como tener relaciones personales seguras y con elevado nivel de apoyo social.
- Los que abren oportunidades positivas como oportunidades educacionales, oportunidades de progreso académico y oportunidades para cambiar el contexto social.
- Aquellos que promueven el procesamiento cognitivo positivo de experiencias negativas.
- Permanecer en el colegio.
- Tener una actitud mental de autosuficiencia, capacidad de planificación y proactividad hacia la solución de problemas.
- Ser resiliente.
Como conclusión del análisis de los factores de riesgo y protección, podríamos decir que el impacto de estos factores siempre va a depender de las características de cada menor, así como la educación que ha recibido.