Este es un tema poco explorado desde el punto de vista de la criminología y el derecho penal, aunque en el año 2017 se publicó la primera tesis doctoral en Derecho Penal sobre el fenómeno sectario, una tesis que se ha ido trabajando durante de diez largos años. 

Antes de nada, es importante decir que una secta es un grupo de personas que siguen a un líder, siendo dicho líder alguien carismático, y que normalmente suelen tener algún móvil económico encubierto, por ello la peligrosidad de las sectas no está en aquello que creen ni en lo que predican, sino que lo realmente peligroso son las actividades que llevan a cabo y cómo lo hacen. 

Pero la definición de secta no es así tan sencilla, lo primero que hay que tener en cuenta es que suelen ser grupos cerrados con fines de carácter espiritual, no siempre son fines religiosos, y donde el líder o los líderes ejercen algún tipo de influencia sobre sus seguidores; también se puede afirmar que una secta promueve un modo de pensamiento y una manera de vivir, a veces diferente a la del resto de la sociedad. 

Normalmente las sectas son proselitistas, aunque si preguntamos a la gente sobre cuál sería un buen adjetivo para las sectas nadie lo diría. En una secta es mucho más importante “el qué” que “el cómo”, es decir para los integrantes de una secta tiene mucha más relevancia el que se transmite que el cómo se transmite. 

Realmente, según mi opinión, el verdadero problema de las sectas es cómo están reguladas en nuestro ordenamiento jurídico, actualmente en Europa rige el principio de no restricción a la libertad de religión o de conciencia, por lo que intrínsecamente estamos reconociendo el derecho de libertad y tolerancia hacia todas las manifestaciones religiosas. Es esta “protección” la que hace que aparezcan nuevos grupos sectarios que se camuflan entre esta pluralidad de creencias respaldadas legalmente porque no se considera que hagan un daño general y visible a la sociedad. 

Ahora bien, ¿Cómo captan seguidores estas sectas? 

Normalmente los líderes de estas sectas atraen al grupo a personas que sienten solas o que son vulnerables a nivel psicológico o social, la captación es muy sutil, de forma ingeniosa y siempre con una gran preparación por detrás.  

Normalmente viene de alguien de confianza quién con mucho engaño y creando una dependencia hacia dicho grupo logra atraer a las personas. La relación que se crea en un inicio con dicho grupo es muy favorable hacia la persona, ya que le dan mucho, no necesariamente de origen sectario, pueden ser necesidades que tenga dicha persona o intereses culturales, sociales, físicos, etc., que resulten de gran interés para ella, pero esta relación no es de un único sentido, sino que es una relación recíproca, siendo que cuando ya se ha creado dicha dependencia, es entonces cuando ellos te van a comenzar a demandar cosas. 

Crean una dependencia psicología que va más allá de lo razonable ya que esas personas se alejan de sus círculos más cercanos de tal modo que el grupo coercitivo es su único medio de relación, rompen relaciones con su familia, amigos, normalmente dejan el trabajo para centrarse 100% en la vida dentro de su grupo. 

A pesar de no haber números comprobados, se estima que en España existen unas 350 sectas y alrededor de 400 mil personas en ellas, lo que nos viene a decir que el número de este tipo de grupos en nuestro país es muy elevado. 

En la actualidad, con todo esto de la pandemia, este tipo de grupos se aprovechan del miedo de las personas para atraer a más seguidores y para reforzar sus argumentos a todos aquellos que ya creían en el fin del mundo. Según Luis Santamaría, estos grupos se presentan como el arca de Noé: o estás con ellos o con la muerte, porque solo dentro de dichos grupos es que estamos a salvo. 

Por todo esto se puede llegar a afirmar que nadie estamos a salvo de ser atrapados en las redes de un grupo coercitivo, de tal modo que es de extrema importancia estar atento a todas estas señales de alarma y si fuera ese nuestro caso, pedir ayuda a profesionales.